El proceso de creación de una obra de arte puede estar lleno de altibajos, de momentos en los que las dudas amenazan con apoderarse de todo. Así fue para mí durante los cinco años que llevó gestar Doppelganger. Hubo instantes en los que quería abandonar el proyecto, cuando el peso del trabajo y la incertidumbre parecían insuperables. Pero, en esos momentos de oscuridad, algo siempre surgía para devolverme la luz. Algo como la música de Ignacio Montoya Carlotto. Su sonido me dio fuerzas, una energía renovadora que me impulsó a seguir adelante, a no rendirme.
Desde el principio, Ignacio creyó en este proyecto. Su fe inquebrantable en Doppelganger fue fundamental para que pudiera mantenerme en pie. Aunque estábamos separados por miles de kilómetros, sentí una conexión profunda y verdadera, un entendimiento tácito de que el arte tiene el poder de cruzar fronteras físicas, de unir lo que está distante. Ignacio no solo aportó su música a la exposición, sino que a través de su obra me dio fuerzas personales para continuar, para seguir creyendo que lo que estaba creando no solo era posible, sino necesario.
El disco The Other Side (El Otro Lado), compuesto íntegramente por Ignacio Montoya Carlotto, es un testimonio sonoro de nuestra conexión a través del arte. Carlos Orlando, su compañero, lo acompañó tocando el oboe, uno de los instrumentos que le dio un matiz único y mágico a las composiciones. Juntos, lograron crear una obra poderosa que acompaña la exposición de manera sublime. Lo interesante es que, en su momento, el título de la obra que estaba creando también era The Other Side. El disco llegó a llamarse así precisamente porque reflejaba este mismo concepto: la existencia de un "otro lado", un espacio simbólico al que todos accedemos a través del arte, la música y la memoria. Sin embargo, poco antes del estreno de la obra, el nombre de la exposición cambió a Doppelganger, que representa la dualidad, la idea de los dobles, de los reflejos, de lo que está oculto y lo que está a la vista. Un concepto que se convirtió en el núcleo de todo el trabajo. Y aún así, el disco de Ignacio retuvo su título original, como un eco de aquel primer pensamiento compartido.
Lo más fascinante de todo esto es que la tapa del disco The Other Side es, en realidad, una de las pinturas de Doppelganger. Esto no fue casualidad. La portada, diseñada con un ojo meticuloso, se convirtió en una representación visual perfecta de la esencia de la exposición. Ambas obras, la visual y la sonora, están intrínsecamente conectadas, como si se alimentaran mutuamente, como si juntas hablaran el mismo lenguaje.
Pero las coincidencias no terminan allí. Algo realmente asombroso ocurrió el 5 de agosto, el día del estreno de Doppelganger. Fue en ese mismo día que el actor Itamar Elvas, quien interpreta el testimonio de Ignacio en la obra, comprendió que su personaje tenía un vínculo mucho más profundo con la historia de Ignacio de lo que inicialmente se había imaginado. Ese mismo día, Ignacio también descubrió quiénes eran sus padres biológicos. Este tipo de sincronización entre las vidas de las personas, entre el arte y la realidad, es una de las grandes maravillas que el arte tiene para ofrecernos. No solo nos conecta a través del tiempo, sino que también nos permite ser testigos de momentos profundos y transformadores.
Cada vez que escucho The Other Side, siento que hay algo nuevo que descubrir. Las composiciones de Ignacio no solo acompañan a la obra, sino que le dan vida, profundidad, y emoción. Cada canción tiene la capacidad de transformar el ambiente, de agregar una capa de significado a todo lo que sucede en el escenario. La música de Ignacio es como un río que fluye constantemente, con matices que cambian con cada escucha. En cada una de sus notas, encuentro una nueva interpretación, una nueva forma de conectarme con el proyecto, con el testimonio, con la memoria.
Gracias, Ignacio, por tu música, por tu generosidad y por tu apoyo incondicional. Gracias por tu confianza en Doppelganger, por ser parte de algo que trasciende lo individual, lo personal, para convertirse en una experiencia colectiva. Gracias por ser el puente entre el pasado y el presente, entre el arte y la memoria, por enseñarnos que el arte tiene el poder de conectar, sanar y dar fuerza. Y, sobre todo, gracias por ayudarnos a cruzar, con tu música, hacia ese “otro lado” donde todo lo que hemos vivido y aprendido se transforma en una obra extraordinaria.
Jessica Sharon
15-8-2024
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