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Santiago Rusiñol y la luz como refugio en tiempos oscuros

Foto del escritor: Jessica SharonJessica Sharon


Hay artistas que no solo pintan paisajes, sino que nos dejan espejos donde reflejarnos, incluso siglos después. Santiago Rusiñol fue uno de ellos. La luz que capturó en sus obras no era simplemente un recurso técnico; era una filosofía, una búsqueda constante de belleza, de calma, de ese respiro que todos necesitamos cuando el mundo parece desmoronarse. Hoy, en medio de las incertidumbres y tensiones de nuestra humanidad actual, la luz de Rusiñol resuena como un recordatorio: siempre hay algo que ilumina, incluso en los rincones más oscuros.


La luz como lenguaje universal


Rusiñol, como pintor modernista, entendió que la luz era mucho más que una herramienta para dar volumen o profundidad. Sus jardines, sus patios y los paisajes que pintó en Aranjuez o Mallorca son pequeñas cápsulas de tiempo donde la luz parece detenerse. No es casual que eligiera espacios llenos de naturaleza y arquitectura antigua; en ellos, la luz actúa como puente entre lo terrenal y lo eterno, entre lo visible y lo intangible.


En el mundo de hoy, donde la tecnología y la velocidad parecen opacar las pausas necesarias, ¿qué nos dice esa luz? Que necesitamos mirar con detenimiento, que debemos aprender a observar cómo el sol atraviesa las hojas, cómo un rayo de luz puede transformar un espacio ordinario en algo extraordinario.


La humanidad y su propia sombra


Vivimos en un tiempo donde las crisis parecen superponerse: guerras, desastres climáticos, desigualdades crecientes. Nos rodea una oscuridad que amenaza con hacernos olvidar que aún hay belleza, que todavía hay luz. Rusiñol, con sus pinceladas delicadas y su énfasis en lo cotidiano, nos invita a recordar que incluso en los momentos más sombríos, la luz encuentra formas de infiltrarse.


En sus escritos, como en su pintura, Rusiñol hablaba de la melancolía, pero no como una tristeza pasiva, sino como una reflexión activa. Sus jardines no son perfectos; hay hojas caídas, sombras que se alargan, rincones ocultos. Pero allí está la luz, suave y persistente, recordándonos que no necesitamos que todo sea claro para encontrar belleza.


Un llamado desde el arte


Hoy, mirar la obra de Santiago Rusiñol es más que un ejercicio estético; es un acto de resistencia. En un mundo que nos exige productividad constante, que nos abruma con imágenes rápidas y fugaces, su arte nos pide detenernos, contemplar y encontrar un momento de paz. Sus paisajes no solo nos muestran luz; nos enseñan a buscarla, a valorar esos pequeños destellos que iluminan nuestra vida diaria.


La luz de Rusiñol es un recordatorio de que, aunque estemos rodeados de sombras, siempre hay algo que brilla, algo que nos guía. En un tiempo como este, necesitamos artistas que nos hablen desde el pasado, que nos recuerden que incluso en los momentos más oscuros, la humanidad tiene la capacidad de crear, de contemplar, de encontrar belleza.


Quizás, como Rusiñol, deberíamos aprender a pintar nuestra propia luz en medio de las sombras. Si él encontró luz en un rincón de un jardín olvidado, ¿qué nos impide encontrarla en nuestro propio mundo? La respuesta, como en sus cuadros, está en cómo decidimos mirar.


Jessica Sharon

29.12.2024


Santiago Rusinol Hortensia para el jardín 1929
Santiago Rusinol Hortensia para el jardín 1929

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